lunes, 13 de junio de 2011

CHARLA SOBRE LA INTERVENCIÓN SOCIAL


Carmen Jaulín nos expone el Plan de Acción Tutorial sobre Responsabilidad Individual y Social en los centros escolares (PATRIS).

Su tesis central parte de que “la responsabilidad individual y social es un contenido esencialmente estratégico en la acción tutorial para reducir el fracaso escolar y orientar en la Transición a la Vida Activa (TVA)”.

De esta manera, nos comenta que los objetivos generales de la propuesta son, esencialmente, construir un Plan de Acción Tutorial (PAT) para la mejora de la intervención social educativa y, del mismo modo, consolidar la acción tutorial del profesor de ESO con una metodología y una didáctica que resuelvan las contradicciones que viven los centros escolares de enseñanza secundaria (microsistemas a veces insostenibles), así como utilizar las estrategias necesarias para la puesta en práctica.

Las hipótesis de trabajo con las que se cuentan, son las siguientes:

· Hipótesis de partida (curso 2009-2010): el miedo a la incertidumbre, donde encontraremos análisis de contenido de cine de ficción, así como el objetivo de conocer las bases del imaginario colectivo.

· Variable de intervención social I: Prevención a los alumnos de las deficiencias procedimentales en el aprendizaje.

· Variable de intervención social II: Prevención a los alumnos de las características actitudinales.

· Variable de intervención social III: Orientación a los padres hacia la transición a la vida adulta de los adolescentes.

· Variable de intervención social IV: Orientación a los profesores hacia la transición a la vida activa.

Las características del PATRIS son complejas, pero se basan en una teoría muy simple: “El ABC de la responsabilidad en los centros educativos”; A de aprender a aprender, B de barrer inercias y C de construir acción social.

· A: Antes que la autoayuda, destacamos tres conceptos claves para aprender a aprender, que son: la autodeterminación, para construir la voluntad; la autogestión, para comprender las limitaciones de los recursos; y el autoconocimiento, considerando así la oportunidad de las capacidades.

· B: Barriendo inercias y buscando nuevas actividades e intereses.

· C: Debemos construir la acción social desde la confianza en el pasado (tiempo), la organización (espacio), la voluntad social y la capacidad social.

Asimismo, Carmen nos despliega las áreas de intervención en la TVA, abarcando su presencia en el Proyecto de Convivencia de los centros educativos, en la programación didáctica de la asignatura, en la metodología de evaluación y, por último, pero también de suma importancia, en el desarrollo de actividades extraescolares.

Por último, cabe destacar la alquimia de todo lo anterior, que se nos transmite en forma de la “Regla de las 3R”: resiliencia, riesgo y responsabilidad, elementos esenciales para la puesta en práctica del trabajo que se nos ha expuesto. Es curiosa la correlación que la experta nos formula entre estos tres conceptos básicos de la intervención social y la trilogía de Krzystof Kieslowski: Azul, Blanco y Rojo, los tres colores de la bandera francesa, haciendo alusión a sus ideales de igualdad, libertad y fraternidad. Carmen nos explica la relación entre los protagonistas de Azul, Blanco y Rojo con las concepciones de resiliencia, riesgo y responsabilidad, respectivamente, mostrándonos fragmentos de cada película y defendiendo la importancia de la consciencia de la ya mencionada regla para que se produzca el cambio.

Práctica de reflexión

Aunque debamos fomentar el uso de metodologías coherentes con y para los sujetos de la educación, dicho en boca de Carmen, “todo placer supone un esfuerzo”, lo que implica responsabilidad, la cual debe ser guiada por el orientador.

Es importante destacar que desear la independencia de los sujetos, sus cambios y el hecho de que tomen las riendas de su vida, no quita que no tengamos que ser conscientes de nuestras limitaciones en cuestiones de ayuda, para no frustrarnos: cada uno es responsable de sus actos, nosotros como orientadores sólo guiamos y apoyamos al sujeto, pero hasta un límite; de hecho, hay gente que no desea que se genere el cambio, y en ese caso no podemos hacer nada, ya que la responsabilidad es suya.

Como bien recalca la experta, “el silencio nos enseña”. En muchos casos, el silencio tiende a incomodarnos cuando estamos con alguien; no sabemos muy bien por qué, pero sentimos la necesidad de hablar constantemente para tapar esos silencios, para no escucharlos…pero, en realidad, el silencio no tiene por qué representar algo negativo. Esto es inculcado también por nuestra cultura, ya que en países como Alemania sí existe una gran estima por los silencios, considerando que estos forman parte de las reuniones y, por tanto, de las relaciones sociales, entendiéndolos en un ambiente de respeto y confianza, sin relacionarlos con tensiones necesariamente. En cambio, en España, cuando alguien no habla, enseguida se le pregunta “¿qué te pasa?, ¿te pasa algo?”, o si hay un silencio en una reunión de amigos siempre hay alguno que lo intenta tapar diciendo algo como “bueno, pues... y tú, ¿qué tal?”, o bien al entrar en una habitación en la que todo el mundo calla, se pregunta “¿qué pasa?”, interpretando que sucede algo, etc. Es curioso que haya tanta diferencia conceptual sobre los silencios a nivel global; lo que sí tienen claro otros países es que a los españoles se nos oye de lejos, ya que utilizamos un volumen más elevado para hablar, nos pisamos las conversaciones con frecuencia y no soportamos que se produzca un silencio, nos incomoda. Esta apreciación viene de un dato gracioso y curioso, ya que el otro día estuvo en casa un amigo de Berlín, y entre el gallinero que parecía el salón y el jaleo de la música alta, el pobre no se enteraba de nada, y salió de su asombro cuando a una chica cogió una llamada y comenzó a hablar por el móvil allí mismo, preguntando sonriente “¿y esa está hablando por teléfono? Pero, ¿cómo es esto posible? ¡Si es una locura! No entiendo cómo os escucháis los unos a los otros y podéis mantener tantas conversaciones entrelazadas a la vez, y ¡además, a gritos!, ¡es de locos!”, y comenzamos todos a reír, ya que no le faltaba razón.

Volviendo al tema, creo que, como orientadores, debemos respetar los silencios para dar espacio al sujeto, sin que estos puedan incomodarnos; de hecho, los informes dicen que tan sólo un 7% de la información que recogemos de la persona es verbal, es decir, que el mayor porcentaje de información que podemos recopilar de una persona en realidad es a través de la comunicación no verbal. Es por esto que debemos aprender a interpretar los silencios, a escucharlos. ¿A caso no necesitamos también los silencios a nivel personal? Todos precisamos un tiempo de reflexión, de autoconocimiento.

Otro aspecto interesante a resaltar es el hecho de que la sociedad está enferma, y que los alumnos son el reflejo de los problemas de la misma, pero la escuela y las empresas quieren desentenderse. La sociedad y sus ritmos cambian, pero la educación está estancada desde hace años… ¿cómo puede suceder esto? Por eso es importante no necesitar un empujón para empezar a actuar, ya que, aunque una persona proactiva se convierte en la responsable de sus actos, el riesgo y la resiliencia (aplicando la regla de las 3R) son los otros dos factores que debemos asumir de cara a una intervención social posible.

Pero… ¿hasta qué punto queremos ser psicopedagogos? Si tenemos a un sujeto frente a frente, no podemos ponerle como muro nuestras propias limitaciones personales, porque si no también estaremos coartando las suyas. Es por esto que debemos recapacitar, hacer una introspección sobre nosotros mismos y descubrir nuestras propias respuestas. Nuestras creencias limitantes pueden desempeñar un papel muy influyente a la hora de llevar a cabo nuestras prácticas educativas, lo cual conlleva un trabajo menos eficaz e, incluso, perjudicial de cara a los destinatarios de dichas prácticas, ya que seremos nosotros mismos quienes cerquemos los posibles caminos que puedan andar los individuos, minorizando así sus expectativas. Resulta crucial pues, como psicopedagogos, saber qué queremos hacer, qué podemos hacer y qué debemos hacer (aunque querer, poder y deber sean verbos, a pesar de tan dispares, tan correlacionados), para adentrarnos en nuestras verdaderas expectativas profesionales y, de esta manera, alcanzar el mayor éxito posible respecto a estas, para aportar una labor eficaz a nuestros clientes y una superior satisfacción personal a nosotros mismos.

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